Enfrentarse a una página en blanco puede ser abrumador para cualquier escritor. Para superar esta sensación, es importante recordar que la escritura es un proceso y que no todo tiene que ser perfecto desde el principio.

No te estanques en la búsqueda de una frase definitiva. Para empezar, intenta sacar todo lo que tengas, sin corregirte compulsivamente. Sé que es difícil, me pasa todo el tiempo: escribo una oración y siento que escucho las voces de editores pidiéndome que la reescriba.

Primero exprésate, luego trabaja en la corrección de tu texto. No te prometo que siempre encontrarás la frase definitiva.

Cuando empieces a llenar esa página en blanco, ten presente que estás sirviendo a una idea y no al revés. La idea manda.

Te has sentado frente a una hoja en blanco y te das cuenta de que no tienes nada que decir. ¿Por qué escribir si no tenés nada que comunicar? ¿Para ser llamado "escritor"? Los lectores pueden percibir si el autor carece de pasión o está vacío. Si no tenés ninguna idea, no te fuerces. Si no estás motivado para escribir, nadie estará motivado para leerte. Cuando surja una idea, deja que madure en tu mente y pregúntate si es algo que el mundo, o al menos una persona, necesita. Cuenta algo que pueda generar una reacción emocional en quien te lee. 

Y para que todo fluya, necesitás de esa idea que no te deja dormir. Una vez que la reconozcas, tendrás las herramientas para enfrentarte a la hoja en blanco. La idea es la luz. 

¿De dónde vienen las ideas? Las ideas están en todas partes, todo el tiempo. El problema no es que se te ocurra una, sino reconocer cuál es una buena semilla. Me preguntan con frecuencia cómo se me ocurren tramas o personajes tan extraños o locos. No hay una fuente de donde todo salga definido y concreto; todo lleva su tiempo. A veces, me inspira una película, una canción, un poema o una pintura. Sí, muchas veces el arte me inspira; otras veces, la impotencia ante una realidad que oprime o margina. Para algunos autores, las ideas son más prácticas: solo leen el éxito del momento y replican la fórmula. Ya seas un escritor mágico o práctico, depende de tus habilidades hacer que esa idea tome forma.

Esta es la parte en la que escribís. Vos sos la máquina. No sos un individuo, sos muchas personas. En este momento, aún no sos el editor, ni el lector. Tal vez ni siquiera el escritor. En esta etapa sos un caleidoscopio de gente que no existe. Sos un huevo que contiene un mundo. Vas a escribir, como si tu cuerpo reaccionara a las ideas. Llegará el tiempo de corregir, pero eso será después.

Personalmente, siempre sentí que cuando escribo actúo como una médium.